
La distribución territorial del poder en el Reino Unido se ha caracterizado tradicionalmente por un alto grado de centralización. Esto puede explicarse, en gran medida, por la combinación de la máxima de “soberanía del Parlamento” con la prevalencia natural de Inglaterra –política, económica e incluso demográfica– sobre el resto de “naciones” británicas, que ha derivado en la ausencia de núcleos dispersos de producción normativa. El Parlamento de Westminster legislaba, así, para todo el territorio británico... (segue)